jueves, 14 de julio de 2016

Sigue caminando.

Serias dudas nos asaltan en el momento de decidir si merece o no la pena el dedicar más de nuestro valioso e irrecuperable tiempo a continuar practicando y estudiando Artes Marciales. Ya que parece que no se precisa de conocimientos en en noble y antiguo arte del combate para clavar un cuchillo por la espalda o apuntar con una pistola a alguien.
Todos los días podemos ver en la televisión, en los periódicos o incluso en las redes sociales como la violencia está a la orden del día y que nosotros, como simples espectadores no podemos hacer más que rezar por que no nos suceda lo mismo ni a ningún ser querido.
El simple hecho de pagar una cuota en el gimnasio, de acudir a las clases solo cuando estamos aburridos en casa o después de ver una película de acción no nos hace invulnerables a las situaciones que nos pueden abordar en la calle. No. Las Artes Marciales deben de practicarse con esmero y continuidad ya que estas son perecederas y bastará con unos pocos meses de monotonía hogareña para echar a perder todo lo entrenado en mucho tiempo.
También hay que considerar el factor psicológico. Los entrenamientos nos preparan para tener más confianza en nosotros mismos y conocer verdaderamente lo que podemos encontrarnos fuera de la seguridad y el confort de nuestro hogar y así perder un poco de "miedo" al enfrentamiento con un posible agresor en la calle.
Las Artes Marciales trabajan mente, cuerpo y espíritu a la vez y es por esto que les convierte en nuestra mejor arma para afrontar la vida, ya sea en el campo de batalla o en la oficina.
También es cierto que cada vez se están popularizando más y más los famosos "Deportes de Contacto". A mi humilde opinión, nada que ver en absoluto con las auténticas Artes Marciales.
Para terminar mi manifiesto de hoy, solo añadiré que sí es necesario seguir entrenando y estudiando Artes Marciales. Ya que no nos preparan únicamente el cuerpo, sino como ya he mencionado tambien la mente y el espíritu.

"La noche es más oscura justo antes del amanecer"



jueves, 26 de mayo de 2016

La paz guerrera.

Necesitamos guerra para encontrar la paz.
Por irónica que parezca esta paradoja, es necesario tener un criterio y una serie de experiencias para poder apreciar en su magnitud la paz verdadera. No hay modo de saber si algo está bien sin conocer de antemano lo que está mal.
Por supuesto, todos tenemos un criterio y es más que respetable el que cada cual tenga su balance de valores en la vida. Vida que sin lugar a dudas, a cada uno de nosotros, indistintamente de nuestra condición económica, posición social o rango en la jerarquía de nuestro entorno, la hemos vivido de la mejor manera que nos ha sido posible.
No dejamos de luchar en guerras personales, ya sea batallando por conseguir un logro personal en la vida o bien en una lucha interna por encontrarnos a nosotros mismos. Pero todo este angustioso camino es necesario, ya que de otra manera no seremos capaces de entender realmente lo que cuesta conseguir nuestra ansiada meta, que no es otra que alcanzar la paz.
La guerra siempre estará ahí para nosotros, esperándonos expectante e impasible. Tan sólo debemos recordar que es nuestra lucha, nuestra batalla contra lo que consideramos inadecuado o ya superfluo en nuestra vida.
No huyamos pues, no dejemos de afrontar nuestro destino, ya que si las dificultades están ahí en nuestro camino, son para que podamos superarlas y crecer como mejor persona y mejor ser humano.
La paz llegará, no lo dudes ni por un segundo, pero para conservarla deberás luchar por ella.

"Si vis pacem, para bellum" (Si quieres paz, prepara la guerra)
Flavio Vegecio Renato. Escritor del Imperio romano del siglo IV.

Matías Luque.

jueves, 14 de abril de 2016

La espada sin filo.

Sólo cuando la situación lo merezca, el guerrero desenvaina su espada con el único propósito de manchar su hoja de sangre. Un auténtico guerrero nunca utiliza su arma si no es con el firme propósito de hacer uso de ella,
Las armas son consideradas extensiones de nuestro cuerpo a la hora de utilizarlas, pero cualquier confrontación que requiera el empleo de éstas será con el único fin de acabar con la vida de nuestro oponente.
Si bien es sabido que las armas están hechas para ser usadas, así como las herramientas de campo de un agricultor o el lápiz y el papel de un escritor. Un guerrero ha sido adiestrado para el combate y en no dar cabida en su mente para la derrota y para ello utilizará cualquier método que le garantice la victoria; en este caso, un arma.
Pero ¿que sucede cuando vemos a un guerrero desarmado? No creas que está en desventaja, no. Lo que ocurre es que lleva consigo una espada sin filo.
Un guerrero que no porta arma alguna significa que está entrenado para usar su cuerpo como tal y es en el momento del combate en el que mostrará su arma más letal.
Todos los guerreros son entrenados para el combate cuerpo a cuerpo en el caso de que no puedan disponer de armas para el combate, pero no debemos pensar que éstas nos dan la victoria solo porque nuestro oponente no tiene ninguna.
No hay que subestimar nunca a nuestro rival. La espada sin filo solo se hará visible en el momento de su uso y para entonces ya será demasiado tarde.

Matías Luque.

domingo, 20 de marzo de 2016

Lucha constante.

Luchamos para mantener la paz.
La lucha no es solo en el entrenamiento o en las aplicaciones de este llevadas a un combate real en su fin de emplearlo en la defensa personal. Peleamos constantemente, en todo momento con las circunstancias que nos ponen a prueba en nuestra vida diaria.
La auténtica batalla, la más difícil de ganar, se libra en nuestro interior ya que es con nosotros mismos con quien debemos enfrentarnos en los momentos más duros.
El instinto de supervivencia está innato en todos nosotros y siempre florece en los momentos críticos, pero debemos ser cautos ya que este instinto se nos puede ir de las manos con mucha facilidad y dejarnos llevar por él.
A veces nos obsesionamos con la victoria, con la única visión de derrotar al enemigo. Pero debemos tener muy en cuenta que no siempre la confrontación con nuestro oponente es la única salida.
La pregunta no es ¿por qué luchamos? ni ¿por qué tenemos siempre que ganar?
No, no es así.
La autentica pregunta que debemos hacernos es:

¿Por qué merece la pena luchar?

Matías Luque.

viernes, 11 de marzo de 2016

El maestro austero.

Muchas veces, inducidos sin duda por los mitos y leyendas que acompañan a las Artes Marciales, creemos de forma errónea que el maestro tiene que ser alguien imponente, fuerte, carismático e incluso que desprenda cierto aire "divino" que le concede su posición de maestro.
Nada mas lejos de la realidad.

En una ocasión, uno de mis primeros maestros me dijo: - "El mejor Ninja es, quien menos lo parece"-

Un verdadero maestro, que se ha ganado su título con sudor y sangre a lo largo de muchísimos años de entrenamiento, constancia y sacrificio, sabe que en la humildad y la sencillez, se encuentra la verdadera esencia de un auténtico artista marcial.
El maestro austero, pobre en florituras pero rico en precisión a la hora de mostrar su arte, es digno de admiración, por que no pretende convencer a nadie, no quiere impresionar ni que le idolatren.

Si vemos a uno de estos maestros fuera del dojo, veremos a una persona en apariencia débil e incluso frágil, que no discute por nada o parece ser algo conformista en vez de autoimponer sus convicciones. Ese tipo de personas que no parecen destacar en nada, sino mas bien, que siempre estén "de paso" por la vida.
Simplemente no ven la necesidad de destacar o de impresionar a nadie, pues ya hace mucho tiempo que ganaron su más difícil batalla; la lucha contra el "ego".

Debemos ser sinceros y coherentes con lo que estamos buscando, a la hora de elegir un Arte Marcial para que forme parte de nuestra vida. No debemos caer en los engaños y falsedades que nos muestran algunos supuestos (y en muchas ocasiones, autoproclamados) maestros.

Buscar siempre la humildad, la eficacia y darle a las enseñanzas el valor que merecen, de lo contrario, nos venderán humo y realmente no aprenderemos nada.

- El valor de las cosas la impone nuestra disposición a pagar por ellas-

Matías Luque.

lunes, 7 de marzo de 2016

Artes Marciales, Arte de Vida.

Solo con el único propósito de aprender, de liberarnos de nuestros miedos y ataduras que la vida nos ha impuesto poco a poco, nos iniciamos en la búsqueda de " la verdad ".
Las Artes Marciales son un gran vehículo hacia el autoconocimiento, ya que entrenan cuerpo, mente y espíritu a la vez.

No nos dejemos embaucar por el cine Hollywoodiense. Pese a que muchas veces nos sirve de gran ayuda para dar a conocer este mundo, también es un arma de doble filo al malinterpretar y con una gran tendencia a exagerar.

Muchas veces, acudimos muy ilusionados por primera vez a un gimnasio o escuela de Artes Marciales para que el maestro que allí imparte las clases, nos vuelva "armas letales de combate" o simplemente nos enseñe a ser como los actores famosos que vemos en la pantalla del televisor o en el cine.
Pero solo se quedan, los que llegan a comprender que, las Artes Marciales, son mucho, muchísimo más que las patadas acrobáticas, los gritos estridentes o las peleas con espadas.
Nos damos cuenta, poco a poco, de que llegamos a comprender, a saber escuchar lo que nos dice nuestro cuerpo, nuestra respiración y nuestra mente.
Al principio puede sonar a burla o un chiste, cuando se acerca el maestro y nos dice; - " Hoy, te voy a enseñar a respirar" -.Parece casi absurdo ¿verdad? Pero no os podéis ni imaginar cuantas cosas hacemos mal desde un principio y que gracias a que vivimos en la era del conocimiento, podemos tener acceso casi infinito a todo cuanto queramos aprender.

Recordar que sólo mediante la práctica, el compromiso y el esfuerzo constante nos hará prosperar en nuestro deseo de sentirnos realizados, libres de ataduras y por supuesto, mejores seres humanos.

- Todo se reduce a tu valoración del tiempo que inviertas en lo que desees -

Matías Luque.

viernes, 4 de marzo de 2016

El maestro aparece cuando el alumno está preparado.

Este es un tema que bien puede malinterpretarse. No quiere decir que el día menos pensado llamen a nuestra puerta y nos anuncien que estamos listos para comenzar. Tan solo hay que entender que es el maestro quien elige al alumno y no al revés.

Hay quien piensa que, por el mero hecho de pagar una cuota en un gimnasio o escuela, tienen todo el derecho del mundo a exigir y aprender lo que ellos quieran al ser quienes mantienen con sus pagos el salario del maestro cuando este, en la mayoría de los casos, no percibe ni la mitad de un sueldo digno por sus enseñanzas.
También tenemos otros casos, como aquellos nuevos alumnos que ya adquirieron conocimientos de otros estilos o bien de otros sistemas diferentes. Cuando empieza la clase, este tipo de alumnos con aire de superioridad, por el único motivo de presuponer que tienen más conocimientos y más experiencia que sus nuevos compañeros, empiezan a menospreciar y a intentar corregir las explicaciones y enseñanzas del maestro.
Este tipo de personas no suelen alargar por mucho tiempo su aprendizaje, ya que no acuden a los entrenamientos con auténticas ganas de aprender, sino a que les enseñen "lo que aparece en las películas" o a intentar demostrar una falsa superioridad y querer que le elogien por ello.
En ninguno de los casos antes mencionados puede uno pretender que se le aplique el mismo respeto, cortesía y dedicación que demuestra el maestro al resto de compañeros que si están ahí para algo más que sudar la camiseta o presumir después con los amigos.

Solo en el momento en que se abandone toda vanidad, arrogancia, egoísmo y presunción, aparecerá el maestro que estaban buscando. Y no por que no lo buscaran bien, sino por que el verdadero maestro no se muestra a nadie que no esta preparado para recibir y entender su mensaje.

Tenemos que estar siempre dispuestos a entender, que siempre hay cosas nuevas por aprender, siempre hay nuevos caminos a recorrer que se nos mostraran en el momento que estemos listos para caminar por él, con paso firme y sin vacilar.

-La llave que abre las puertas del conocimiento se encuentra en tu actitud ante lo desconocido.-

Matías Luque.